martes, 13 de septiembre de 2016

CÓMO MEJORAR LA COMUNICACIÓN CON NUESTROS HIJOS

¿Somos realmente conscientes del impacto que tienen nuestros gestos y nuestras palabras en nuestro entorno? Tal como afirma la psicóloga y pedagoga Cinta Alegret Colomé, es imposible no comunicar, comunicamos incluso cuando estamos quietos y callados.
El poder de un silencio, de una sonrisa, o de una mirada, nos dice que la comunicación es mucho más que palabras. No se trata tanto de lo que decimos, sino de cómo lo decimos: ahí está la diferencia.
Entrenar nuestras habilidades comunicativas facilitará, y mucho, la relación con nuestros hijos.
  • Creamos credibilidad. Gracias a la comunicación creamos credibilidad, tendemos puentes hacia la otra persona y potenciamos nuestra capacidad de influencia. No se puede guiar a alguien por un puente si antes no se ha construido.
  • Escucha activa. Es muy importante practicar lo que se denomina: ‘escucha activa’. Es decir, saber escuchar desde el otro, con los cinco sentidos abiertos y olvidándonos de nuestro diálogo interno –juicios, prejuicios, comparaciones, etc.–. Sin duda, esta es la base de la empatía.
  • Buena sintonía. Tenemos que sintonizar con los sentimientos de nuestros hijos y con lo que nos quieren decir y expresar. Esta sintonía tiene como punto de partida la armonía y el acuerdo. Se trata del contexto total que rodea al mensaje verbal. Nos lleva a mimetizarnos el uno con el otro.
  • Observar siempre. Observar siempre sus expresiones, el tono de voz, los gestos corporales... nos ayudará a calibrar, a analizar a nuestros hijos y alumnos.
  • Mostrar interés. Muestra siempre tu interés por lo que te transmiten: ideas, sentimientos, experiencias. Vive la experiencia como una oportunidad de autoconocimiento. Los enemigos de la comunicación son la prisa, el ensimismamiento y el no saber diferenciar lo importante de lo urgente.
  • Lenguaje positivo. Utiliza siempre términos y expresiones formuladas en positivo. El lenguaje positivo orienta hacia la acción, el negativo bloquea. No juzgues en tus expresiones, ni compares a tu hijo con nadie. Los juicios son una proyección de nuestra manera de ver el mundo. Las comparaciones no ayudan a descubrir el potencial único de la persona.
  • Mensajes cortos y claros. Hay que emplear pocas palabras y claras; así el mensaje se transmite con mayor claridad. El lenguaje debe ser comprensivo y esperanzador para despertar en el que escucha oportunidades de expansión personal.
  • No presiones... pregunta. Jamás presiones en una conversación con tus hijos. Si lo haces, conseguirás el efecto contrario al esperado y no se creará un ambiente de confianza. Es importante formular preguntas para clarificar significados y captar el contenido con la máxima exactitud. Si originas espacios para la reflexión le demostrarás tu respeto.
  • Confianza y cariño. Es necesario que se genere un ambiente de confianza. Favorece la apertura de la otra persona en el proceso de comunicación. Utiliza un tono de voz adecuado, basado en el cariño.
  • Una expresión relajada. Mírale a los ojos y adopta una expresión facial relajada y de apertura de cuerpo y brazos. Observa cuál es el aspecto externo de tu interlocutor porque refleja una actitud interna y te ayudará a descubrirla.
  • Practica y recuerda. Cualquier momento es bueno para poner en práctica todos estos consejos que hemos comentado sobre comunicación verbal y no verbal. Pero recuerda siempre que: el buen comunicador es aquel que habla poco, escucha y observa mucho, y da más.